Hace unas semanas iniciábamos en Addaia un recorrido en coche de alquiler por los rincones…
Cuentos y leyendas de Menorca (II)
Continuamos nuestra ruta por Menorca y sus lugares de leyenda justo donde lo dejamos la semana pasada. En esta ocasión te traemos otras 3 historias que tienen lugar en distintos puntos de la geografía de esta isla, y que no puedes dejar de visitar conduciendo uno de nuestros coches de alquiler en Menorca. … Ver más
Continuamos nuestra ruta por Menorca y sus lugares de leyenda justo donde lo dejamos la semana pasada. En esta ocasión te traemos otras 3 historias que tienen lugar en distintos puntos de la geografía de esta isla, y que no puedes dejar de visitar conduciendo uno de nuestros coches de alquiler en Menorca.
La leyenda de la Cova d’en Xoroi
Xoroi fue un náufrago de cuyo pasado poco se conoce, a quien el mar trajo a la costa sur de Menorca hace muchos años. Allí encontró una cueva en medio de un acantilado, y decidió quedarse allí a vivir. Pasó el tiempo, y Xoroi permaneció oculto ante los habitantes de los pueblos vecinos. Pero un día, una joven de la zona desapareció, y nadie fue capaz de encontrarla.
Años después, tras un frío invierno que había dejado nevadas en la isla, unos hombres descubrieron pisadas sobre la nieve que se dirigían hacia la cueva. Así que se armaron y decidieron entrar, y allí encontraron a la joven perdida, y a los tres hijos que había tenido con Xoroi. Al verse acorralado y sin otra salida, el hombre decidió lanzarse al mar desde el acantilado, y fue seguido por su hijo mayor. De ellos, ya nada más se supo. Y la joven y sus otros dos pequeños, muy tristes, se marcharon a Alaior donde siguieron sus vidas.
Si hoy día visitas esta cueva situada junto a la Cala en Porter, además de recordar esta historia, ¡podrás contemplar una de las más bellas puestas de sol de Menorca!
El pirata del Pas d’en Revull
Hace varios siglos, un barco pirata se refugió en Cala Galdana y algunos muchachos jóvenes bajaron a conocer el lugar. Uno de ellos comenzó a andar barranco arriba, y ensimismado con el paisaje tan bello que veía, se perdió. Para cuando logró volver a donde estaba el barco, sus compañeros ya se habían marchado, y tuvo que buscar un lugar para vivir. Encontró una cueva con dos entradas, una en cada extremo, y rodeada de zarzas, así que decidió quedarse allí y comer de las frutas que crecían alrededor.
Pero el invierno acabó con la fruta, y pronto llegó el hambre. Así que comenzó a hacer escapadas furtivas por las granjas de los pueblos de alrededor, y se traía de allí un gallina, de acá un conejo, de más allá un cordero, y así hasta que empezó a levantar sospechas entre los aldeanos. Entonces, estos comenzaron a hacer batidas nocturnas por el barranco hasta dar con él.
Pero cada vez que lo veían y perseguían por el monte, lograba perderse de vista una vez tras otra. Sólo sabían que tenía la piel morena, pues era árabe, y el pelo rizado (revull, como se decía allí). Hasta que un día descubrieron su cueva y sus dos entradas. Así que prendieron fuego a una de ellas, y lo esperaron en la entrada opuesta. Y así fue como lo apresaron. Lo último que se sabe de él, es que sus captores lo hicieron pasar por el camino del barranco, que a partir de ese momento pasó a llamarse Pas d’en Revull.
La anciana del barranco de Algendar
Esta última historia tuvo lugar en el Barranco de Algendar, donde una joven celebraba su boda junto a sus familiares y vecinos. En medio de la celebración, una anciana descalza, sucia y mal vestida apareció de entre las malezas y empezó a decir a todo aquel que se encontraba: “Comed, comed gallinas. Que dentro de poco sólo comeréis sardinas.” Lógicamente, todos la tomaron por loca y siguieron con la fiesta. Pero al cabo de un rato, empezaron a oírse gritos y golpes, y un grupo de piratas irrumpió en la celebración. Robaron de todo y a todos, y al volver a su barco, raptaron también a la joven.
Ella pasó años y años cautiva, hasta que un día logró hacerse con una barca de remos y huir de allí donde la retenían. Como no sabía navegar, pronto naufragó, y el mar la llevó hasta una playa. Desde allí entró caminando a un frondoso valle, y siguió y siguió en busca de comida y agua. Entonces tropezó con un grupo de personas que estaban celebrando una boda, y reían y bailaban al ritmo de la música. Y al ver la rica comida que estaban comiendo, se acercó a ellos diciendo: “Comed, comed gallinas. Que dentro de poco sólo comeréis sardinas.”
Esperamos que después de leer estas interesantes historias, tengas aún más ganas de visitar esta isla, y de recorrer sus lugares más bellos y escondidos. Y para conseguirlo, ¡nada más fácil que reservar un coche de alquiler en Menorca con nosotros!